Fuerza, suavidad, rabia, poesía. A veces como las olas que arremeten contra el muelle, a veces con un movimiento apacible como el de la marea baja, los bailarines de La Mer Noire inundaron el escenario del Centro Cultural Jean Rouch el pasado viernes.
Niamey, 20:00. El calor sigue siendo sofocante. El sol lleva todo el día golpeando el escenario mineral del teatro exterior y las paredes sudan los grados acumulados. Un pulso de fondo, 4 cuerpos se mueven en el escenario. Después de Senegal y Togo, la compañía de danza senegalesa La Mer Noire hace escala en Níger para presentar su nueva creación durante una gira africana.
Lowela. Obra de hip hop para 4 bailarines.
Crudos, imprevisibles, hipnotizantes como el océano, los cuerpos se enfrentan, se apoyan, se entrelazan, chocan, respiran y se quedan sin aliento.
Si los bailarines vienen del house, del breakdance o del Krump, la técnica no es lo que importa. Son 4 seres que se revelan en el escenario. Cargados de sus experiencias, de sus emociones, de su estado actual, del día pasado, es con sinceridad que Dexter Belleka, Khoudia Toure, Alioune Sow y Cortex Tsengou Digna nos salpican con sus gestos potentes, híbridos y verdaderos. De un ser solo contra todos a una jauría dispuesta a luchar; de la intimidad al desmadre; de la complicidad a la rivalidad. Explorando las relaciones de fuerza y poder, el grupo se metamorfosea del caos a la armonía, a veces todopoderoso, a veces impotente. Pero es la cohesión y la unidad lo que prevalece en este reino donde cada uno lucha con sus sueños y demonios, donde todos avanzan juntos, en busca de la libertad, en busca de un nuevo orden.
La banda sonora de Julien Villa acompaña a los bailarines, a veces guiándolos, a veces siguiéndolos… y como el agua sinuosa, se desliza entre las filas y nos envuelve.
Si los bailarines acaban sin aliento en un momento de hype y huida, también nos dejan jadeando, subyugados por la fuerza de los stomps de un Dexter en ebullición y la generosidad de un grupo unido que lo da todo en el escenario.